martes, 30 de agosto de 2011

El Beso

Hace poco, me topé con un buen cuento de terror, no es que se me hayan acabado los capítulos de mi libro, lo público mañana el que corresponde para hoy y el de mañana, pero quería publicar un cuento de terror que me pareció muy bueno, lo copie con el nombre del autor y toda la cosa, aunque no tengo ni la menor idea de quien sea esa persona, pero para que no les suene a plagio, lo copio con todas las de la ley

Relato de Terror: El Beso

La muerte, esa desconocida de blancos velos, es inviolable y no perdona. Necios los hombres que tratan de manipular fuerzas ocultas para manosearla, desconocen su enorme poderío, y cuando logran abrir la puerta de su oscuro palacio, es demasiado tarde…están perdidos. Por Erath Juárez Hernández

Don Uriel tenía más de una hora de pie, mirando hacia el valle desde la ventana. Esa era la única de la Hacienda “Los milagros” que no había mandado a tapiar. Se había convertido en una especie de ritual que ejecutaba todas las noches, antes de bajar al sótano, a tratar de saber lo que sucedió: la noche en que murió la única mujer a la que realmente había amado.
Marina…
Un suspiró se escuchó en la habitación vacía. Luego lamentos, antes de escudriñar el horizonte de nuevo.
A lo lejos apenas ya podía verse la luz de las lámparas del pueblo de San Clemente. Al centro, se encontraba la catedral, hacia donde se dirigían unas pequeñas luces, como si fueran velas. Deben de estar celebrando una de esas fiestas ridículas, se dijo. Una corriente de aire fresco llenó la recámara que se encontraba a oscuras. Se alejó de la ventana y se sentó sobre el suelo polvoriento a seguir pensando.
Ya casi se cumplía un año desde la última vez que la vio con vida y desde entonces, cada momento era un suplicio. A pesar de todo el dinero atesorado hasta ese día, no había persona más infeliz en toda la comarca. Su hacienda alguna vez había sido la más productiva de la región, y él, uno de los más acaudalados del país. Sin embargo de nada le había servido para su búsqueda y ahora sólo los terrenos sobre los que estaba construida su hogar tenían valor. El edificio parecía abandonado, sin ningún mueble y con la fachada maltratada. Los jardines eran una maleza de hierba mala y escondite de toda clase de alimañas.
La razón por la que seguía vivo era por que ella, durante una plática en vida, le suplicó que si alguno de los dos moría antes que el otro, nunca optarían por el suicidio, que tarde o temprano se volverían a reunir, aunque no fuera en este mundo. Pero él ya había perdido la paciencia.
Con la ayuda de una bruja, aprendió a invocar a los espíritus. La conoció gracias a su fiel caporal, Rogaciano, quien se ofreció a llevarlo a la casa de la anciana una noche que le encontró llorando. Tenía fresco en la memoria ese momento, un recuerdo difícil de borrar.

Rogaciano subía a toda prisa a la habitación de su patrón. No lo había visto en todo el día y tenía que darle los pormenores de la jornada. La cosecha estaba lista para su venta y necesitaba que le dieran el precio para negociarla en el pueblo.
La puerta de la recámara se encontraba abierta, escuchó que alguien lloraba. Se sorprendió que fuera Don Uriel. No lo había visto derrumbarse jamás. Aunque los últimos días había dejado de comer y dormir.
—Patrón, veo que sigue pensando en la difunta. Lo comprendo por que sé que la quería harto, pero no es bueno para su salud. Nada más mírese. Con todo respeto, pero se ve más flaco que los peones de la hacienda —dijo el caporal, desde la puerta.
—Rogaciano, si tan sólo existiera la forma de hablar con ella —dijo Uriel, y se mordió la mano para que no soltara el llanto de nuevo —. Saber por qué se fue cuando más la necesitaba —añadió mientras dejaba escapar una lágrima.
El caporal se quedó sin que decir. Nunca había visto a su patrón de esa forma. El hombre prepotente, despiadado, ahora se comportaba como un chiquillo indefenso. Dijo lo primero que se le ocurrió.
—Don Uriel, Dios se la quiso llevar, es todo. Tiene que resignarse, ya pasaron dos meses — dijo el caporal.
—¿Dios? ¡Ese cabrón no existe! Me la quitó y ningún Dios que se diga bueno, es capaz de llevarse a alguien tan…así como era ella. Nunca le hizo daño a nadie—sollozó Uriel.
Se hizo un silencio. Rogaciano pensativo, no se animaba a seguir tratando de consolar a su patrón. Fue en ese momento que recordó a Petra, la bruja del pueblo.
—Conozco a alguien que podría ayudarlo, pero no sé si usted crea en los espíritus—dijo, rompiendo el silencio.
—No estás tratando de tomarme el pelo ¿verdad? —Uriel lo enfrentó con la mirada.
—No, cómo cree. Ya sabe que jamás bromearía con usted, cuando ha sido para mí, casi como un padre, como un…
—Me consta Rogaciano, gracias — lo interrumpió Uriel, mientras se secaba las lágrimas. Sabía que en el fondo del alma de su empleado existía la ambición. Que sólo buscaba adularlo, quedar bien con él—. Pero dejémonos de cosas y dime quién es la persona de la que hablas.
—¡Pues, Petra, la bruja!

—¿La vieja loca que vive a las afueras del pueblo? —dijo Uriel, sorprendido. Recordó que su padre había despojado de sus tierras al marido de Petra y que al poco tiempo el campesino murió de la pena. La mujer desde entonces vivía en los linderos del pueblo.
—Esa mera, pero no es que esté loca. Es bien rara, eso sí. Pero dicen que es muy efectiva ¿Se acuerda de Palemón?
—Ya, el peón que se nos murió el año pasado. Tuve que darle un dinero a la viuda.
—Pues a ese, lo mandó matar su esposa, para quedarse con su amante, Nicandro.
—¿Pues que no había muerto de disentería?
Esa desgraciada. Con razón se largó del pueblo, pensó Don Uriel.
—No hombre, si era más sano que nada. De un día para otro se nos peló. Los que lo vieron antes de enterrarlo, dijeron que estaba en los puros huesos y que por nada del mundo pudieron cerrarle los ojos. Que parecía que hubiera visto al mismo chamuco.
—Y Petra ¿qué tuvo que ver?
—Pues yo vi a la esposa de Palemón entrando a la casa de la vieja una noche antes de que se petateara Nicandro. Seguro que fue a hacerle el encargo a la bruja.
—Pues yo no veo cómo pueda ayudarme —dijo Uriel.
—Dicen que habla con los difuntos. Y por lo que escuché antes de entrar a consultarle a usted lo del precio, y espero que me dispense: Llamaba a su esposa, a la difunta.
El rostro de Don Uriel, se tornó fúnebre. Volvió a acordarse de Marina Luego respiró profundo y al final dijo:
—Llévame entonces…

La casa de Petra se encontraba a las afueras del pueblo. Un lugar de difícil acceso, rodeado de sembradíos de maíz. Con dificultad se iban abriendo camino entre las milpas. Ninguno decía palabra alguna, sólo se escuchaba el canto de los grillos y uno que otro ladrido a lo lejos.
—Ya llegamos —dijo Rogaciano, señalando un jacal que parecía abandonado.
—¿Es ahí? Si es tan buena bruja, ¿cómo es que vive en ese chiquero?
—Pues todo el pueblo dice que el dinero lo entierra en alguna parte del bosque. Pero ya sabe cómo es la gente de habladora.
Uriel no contestó. Sólo se preguntaba si no sería lo mismo con respecto a que hablaba con los muertos. Tenía mucho dinero, pero no quería ser estafado por nadie.
Rogaciono golpeó a la puerta tres veces. No había ni una luz en el interior.
La puerta se abrió, pero nadie salió a recibirlos. Dos gatos negros pasaron entre las piernas de los hombres y entraron al jacal. No paraban de maullar.
—Ahora les doy de comer. Esperen —se escuchó en el interior —. Si ya sé, tenemos visitas ¿Quién anda ahí?
—Soy yo, Rogaciano. Vengo acompañado de mi patrón: Don Uriel Carrasco.
Se hizo silencio por unos segundos, hasta que por fin la anciana contestó.
—¿Qué hace alguien como usted por aquí? ¿A qué debo su visita a tan altas horas de la noche?— gritó la mujer sin mostrarse a la vista.
—Mire Petra, mi patrón tiene un problema. Como ya debe estar enterada, su mujer murió hace unos meses. Y pues él se siente muy solo…
—Creo que se equivocaron de lugar, para eso está el burdel del pueblo.
Los dos hombres se miraron. Uriel le hizo señas de que mejor se fueran de ahí.
—Pero que Petra tan bromista. Déjeme le explico. El patrón quiere hablar con la difunta, tiene algunas preguntas que hacerle, pues no sabe cómo fue que murió.
—¿Es eso lo que quiere Don Uriel? ¿Está seguro? —interrogó la anciana.
—Mire, los doctores dijeron que fue por alguna enfermedad de la sangre que no conozco. De un día para otro amaneció muerta, así como así. Si no hubiera sido por que esa misma noche estuvimos juntos, pues lo creería. Ella nunca mostró signos de estar enferma ni mucho menos —contestó Uriel.
—No puedo ayudarlo —sentenció la anciana de manera tajante.
—Le doy lo que me pida, por dinero no se detenga—suplicó Uriel.
—Lo siento mucho, pero no puedo. Es muy peligroso. Además la única forma que conozco para comunicarse con los muertos es por medio de otro muerto y para eso tendría que matar a alguien, pues no debe de tener más de veinticuatro horas de haber estirado la pata y no quiero meterme en fregaderas, así que mejor se van y hago de cuenta que no vinieron.
—Por favor Doña Petra, se lo suplico—sollozó Uriel —asumiré el riesgo, por lo que más quiera.
—Petra, no te hagas de rogar, que si el patrón dice que te dará lo que pidas, es porque lo va a cumplir. Con el dinero podrías largarte de este pueblucho —intervino Rogaciano.
Se hizo un minuto de silencio, la mujer parecía estarlo pensando, sus gatos empezaron a maullar y fue cuando al fin dijo:
—Les diré cómo, pero les aviso de una buena vez: no quiero que me involucren si los descubren —dijo Petra desde la oscuridad.
—¿Y cuánto va a querer? —interrogó Uriel.

—Déme quinientas monedas de oro, con eso me conformo. Mañana, me las deja ahí, junto a la puerta. Nunca me vuelva a buscar, le haré caso a Rogaciano, me largaré con mis gatos a un lugar más fresco, quizá a la orilla del mar.
Rogaciano iba a reclamarle, la suma le parecía un robo, pero Uriel le tapó la boca antes de que pudiera hacerlo.
—Aquí las tendrá a primera hora. Dígame que es lo que tengo que hacer — declaró Uriel con autoridad.
—Esto es lo que tiene que hacer…

Ya casi era media noche, la hora que estaba esperando. Se sabía el camino hasta el sótano hasta con los ojos cerrados. Bajó cada escalón como en cámara lenta, con las imágenes de las mujeres que había matado para tratar de contactar al espíritu de Marina. La comunicación era siempre muy corta, algunas palabras entrecortadas, apenas entendibles. Maldita vieja, dónde se habrá largado cuando necesito su ayuda, pensó Uriel.
A Rogaciano no lo veía hacía más de una semana. Le había concedido unas pequeñas vacaciones para que fuera a arreglar unos asuntos a su pueblo. Por ello la chica que estaba en el sótano la tuvo que matar sin ayuda. El parecido con Marina era asombroso. Le recordó la época en que se conocieron y se hicieron novios. Unos meses después se la robó para casarse con ella.
La mujer que había asesinado nunca se esperó que él fuera a atacarla, a pesar de que en el pueblo ya existía una especie de psicosis por las desapariciones de jovencitas. Lo que nadie sabía era que las muchachas jamás habían salido de San Clemente. Todas se descomponían y eran comidas por los gusanos en el sótano de la Hacienda de Don Uriel.
Llegó a la puerta con doble candado donde hacía sus rituales. Sacó una llave de su bolsillo y abrió. Atrancó la puerta con un enorme madero. El cadáver de la muchacha se encontraba sobre una mesa y a unos metros más adelante el hoyo que había cavado durante el día para disponer del cuerpo. Encendió cuatro velas y las colocó en cada esquina de la mesa, luego empezó a llamar a su amada. Primero en voz baja, luego cada vez más fuerte hasta que sentía que se le desgarraba la garganta. Recitó las palabras incomprensibles que Petra le enseñó.
Los ojos de su víctima se abrieron y al mismo tiempo escuchó voces que provenían de los alrededores de la hacienda y que se acercaban cada vez más.
Ninguna de las veces anteriores, el cadáver había abierto los ojos. Uriel sintió una enorme emoción y al mismo tiempo presintió que algo sucedía afuera de la habitación. El sonido que hizo la puerta principal un piso más arriba al derrumbarse y después los gritos, le confirmaron lo anterior. Pero ahora que estaba teniendo éxito con su ritual no debía distraerse.
A la muerta empezó a temblarle la boca, como si quisiera decirle algo. En este punto Uriel, estaba a punto de llorar.
—¿Marina, eres tú? —alcanzó a decir.
La muchacha movía los labios, pero apenas se escuchaban unos leves susurros. Acercó su oído un poco más y fue cuando oyó claramente.
—¡Bésame!
No lo pensó dos veces. Cerró los ojos y la besó.
En ese momento, empezaron a golpear la puerta.
—¡Sal de ahí, asesino! —alguien gritó.
Uriel, identificó de inmediato la voz de Rogaciano. Su fiel caporal, lo había entregado a las autoridades a cambio de una jugosa recompensa. Se encontraba medio pueblo dentro de la casa. Todos armados con machetes y piedras, a punto de lincharlo. Trataban de derribar la puerta.
Pero Uriel, ya no escuchaba nada de lo que sucedía a su alrededor. Sólo sentía la lengua de la muerta que se retorcía alrededor de la suya. Trató de separarse, pero ahora los brazos de la chica lo tenían apresado. Abrió los ojos y pudo ver como volaban pedazos de la puerta y las caras estupefactas de los que irrumpieron en la habitación. Rogaciano y los demás que entraron, quedaron petrificados.
Flotando en el aire, Don Uriel se besaba con un cadáver. De la tierra empezaban a surgir dedos primero y, luego poco a poco, brazos y cabezas de mujeres en estado de descomposición. Rogaciano las reconoció, eran las desdichadas que él había ayudado a asesinar.
Uriel, intentaba zafarse del beso, empezaba a sentirse sofocado. Dentro de su cabeza, empezaron a surgir imágenes. Pudo ver a Rogaciano teniendo sexo con su mujer, luego a los dos de la mano caminando hacia el jacal de Petra. La bruja les daba un frasco con un potente veneno que Marina mezcló con tequila. Luego observó a Rogaciano cambiando los vasos y a su infiel esposa beber del vaso equivocado después de que le hiciera el amor y quedara agotado a su lado. Miró a su amada retorcerse hasta el último estertor. Y fue lo último que pudo ver. Empezó a sentir que la muerta aspiraba con más fuerza. Un dolor indescriptible le taladró todo el cuerpo cuando su lengua fue arrancada de golpe. Como una aspiradora, le fueron succionando hasta dejarlo seco.
La gente salió huyendo del lugar y en su loca carrera dejaron caer las antorchas que llevaban y la hacienda empezó a incendiarse.
Rogaciano ya no pudo moverse, las piernas no le respondieron y mucho menos el esfínter. Le bastó un segundo para comprender que Petra lo había traicionado. Los cadáveres fueron rodeándolo lentamente, como interpretando una danza macabra para luego abalanzarse sobre él. Sintió como le incrustaban los dientes por todo el cuerpo y le arrancaban pedazos enteros de carne. Su plan de quedarse con la hacienda se desvanecía con cada dentallada. Cuando lo soltaron todavía alcanzó a ver sus restos esparcidos por la habitación y como una de las muertas le desprendía uno de sus brazos, roído hasta el hueso.
De “Los milagros” no quedó nada y nadie se atrevió a construir o a sembrar sobre sus terrenos.

Epílogo.

Petra salía de la playa después de mojarse los pies y estar unos minutos bajo el sol. Tenía muchas ganas de beber agua de coco. Entró a la cabaña que construyó con el dinero que le había sacado a Don Uriel.
Sus dos gatos se le acercaron al escuchar que se ingresaba a la cocina y comenzaron a maullar.
—¡Si ya sé, no tienen que recordármelo! Quizá me excedí con el castigo, pero los dos se lo merecían

sábado, 27 de agosto de 2011

ESyO Capítulo 7


Capítulo 7



Aire



-          ¿Cómo pudo hacer eso?

-          Bueno a eso se dedican, ¿les gusto la película?

-          Diría que sí pero esa respuesta me parecería muy perversa

-          Bien pensado Audra, ¿y a ti que te pareció Ana?

-          Parece que bien ¿pero cómo le entro una cosa tan grande ahí?

-          Eso no lo sé, es la magia del cine, pero bueno vengan comenzaran a servir bebidas y si alguien intenta propasarse llámenle al joven de la puerta y él lo sacara

-          Vaya gracias Santiago pero enserio ¿cómo pueden hacer eso?

-          Si gustas te enseño (riéndose)



Después de dedicarse a servir algunas bebidas decidieron platicar con Salma, la cual se encontraba vestida de perra, tenía su cabello negro, largo y ligeramente ondulado, que se le notaba bien con su tono de piel y su complexión



-          Oye y ¿desde cuándo trabajas aquí?

-          Desde hace como un mes, supongo en que a ustedes ya les dio la bienvenida Santiago por sus rostros verdad

-          ¿A qué te refieres?

-          Al color rojo en sus mejillas y esos ojos que se cargan, en fin ese chico tiene algo que no sé qué es, lo sé quisieras quedarte con él para siempre, como se mueve, en fin es excelente

-          Vaya , entonces debe ser un buen bailarín

-          (Riéndose) Si claro un bailarín, oigan ¿ustedes vieron a la mujer que entro hace rato?

-          No, ¿a cuál?

-          Era una mujer muy hermosa vestida de rojo y negro, parecía ser conocida de Santiago

-          No, estábamos en la bodega, él nos puso una película

-          O ya veo por eso las caras, ¿son sus primas?

-          No, solo conocidas

-          O ya lo entiendo, el numero principal está por comenzar después de esa chica, voy yo, ustedes se esperan aquí

-          Si claro gracias Salma

-          Tengo una pregunta ¿qué es lo que hacen aquí?

-          Bailamos en esos tubos

-          Enserio, ¿no será más fácil en el piso?

-          Supongo pero se ve mejor en los tubos, ¿y de que fue su película?

-          Es demasiado vergonzoso como para contártelo

-          Eso sería difícil he visto demasiadas cosas y ya nada me sorprende, excepto la ingenuidad quizás

-          Vaya, entonces no debes haber visto nunca a un vampiro (siendo observaba por Ana como intentando exigirle el silencio que debían de guardar, aunque no se lo hubieran dicho explícitamente pero era un hecho de que el revelarle al mundo una condición como la suya era peligroso)

-          Jamás, y eso de que yo tengo muy buena intuición para esas cosas

-          Si claro (riéndose)

-          No es enserio he leído todos los libros sobre ese tema y además tengo un póster de Drácula autografiado por el mismo

-          Enserio ¿y cómo está eso si él nunca existió?

-          Nunca digas eso si no ¿de dónde saldrían los demás vampiros?, esperen es mi turno ya vuelvo, si gustan pueden verlo

-          Gracias

-          Oye ¿y cómo le hacían para hacer eso?

-          No lo sé, pero si eso cabía fácilmente le hubiera entrado hasta un horno

-          ¿En los que hacen pasteles o en los de microondas?

-          Supongo en el de microondas



Después de ver a Salma debutando en el tubo, descubrieron a que se dedicaba Santiago y aun peor al verla bailando desnuda, después de ella siguieron más chicas, sirvieron bebidas e intentaron manosear a Audra, el saca borrachos fue y después de un rato hasta les pareció entretenida la visita, vendieron mucho alcohol y acomodaron las ganancias en la caja luego fue Santiago y les preparo algo, estaban agotadas, se sentaron en las sillas de la bodega y conversaron por un largo rato, luego de eso el bailo con ellas y pasaron varias horas bebiendo hasta que ya no pudieron más y se quedaron dormidas, Santiago les cerró la puerta con llave y salió con Salma fueron a la oficina y cerraron la puerta durante un rato dejando a la encargada, en ese lugar todos rumoraban en que Salma era la favorita, a pesar de que era un hecho, pero bueno en un club tan exclusivo como el suyo era bastante difícil que algo se les pasara, como el hecho de que la admisión era con rigurosa etiqueta y los altos precios pero aun así Santiago se sentía orgulloso de ser el rey de ese lugar



Después de una corta noche de intenso placer Santiago se vistió y dejo ahí agotada a Salma, reviso la hora y dado en que eran las 3 de la mañana fue a ver a sus chicas que aún estaban dormidas sobre la mesa, les llevo su ropa y se dispuso a bailar con las bailarinas, era el lugar perfecto para él, como a las 7 de la mañana se dispusieron a cerrar, las chicas estaban cansadas y las llevo a sus habitaciones, luego despertó a Ana y a Audra y las dejo vistiéndose, tomo el dinero y se las llevo de vuelta a casa, por un túnel que el muy tonto olvido usar la noche pasada, en el cual se subió a su carro y se fueron, las chicas aun olían mucho a alcohol así es de que no quiso despertar a los demás y las dejo en sus cuartos, para su fortuna solo estaban Mirna y Melani, Salem había ido lejos y llegaría hasta en la noche, las puso en sus cuartos y las dejo dormidas, puso el dinero en la caja fuerte y se subió a dormir



Ana se despertó de sobresalto como a las 12, fue al cuarto de Kaleb pero el aún no había llegado, como estaba muy cansada y con un fuerte dolor de cabeza, se recostó en su cama y sin querer queriendo se quedó dormida, Kaleb llego una hora después y al verla ahí dormida la acomodo y se acostó a su lado, disponiéndose a dormir un rato



Salem estaba volviendo de su trabajo cuando una voz familiar lo hizo voltear mientras caminaba junto a un parque, era Aire pidiendo indicaciones, traía una gran mochila y ropa ligera, cuando volteo y al recibir sus miradas hizo sonreír inmediatamente a Salem que corrió a abrazarla y se encontraron en medio del parque junto a una banca, su chofer estaba enfermo así que regresaba caminando, la abrazo y fue correspondido inmediatamente por ella, luego lo soltó, lo beso en las mejillas para concluir con un apasionado beso en los labios, lo cual sorprendió a Salem pero igual le correspondió, pasaron largos minutos en esa posición hasta que al parecer Aire se sintió apenada y lo soltó, aunque el pareció quedarse algo ansioso por que continuaran, después de todo ellos solo eran amigos



-          Discúlpame, me emociona mucho el verte

-          A mí también, hace mucho que no te veía

-          Sabes (tomándolo de la mano y sentándose frente a él en una banca) descubrí en que no debí de haber huido así ese día, pero ahora sé que me equivoque y venía a pedirles perdón y preguntarles en que si me podía quedar con ustedes otra vez

-          Sabes que por mi parte estas perdonada, realmente me sentí raro cuando te fuiste pero ahora me doy cuenta en que no te podíamos retener

-          ¿Te digo un secreto?

-          ¿Qué pasa?

-          Me fui porque ustedes son tan aburridos en que un segundo más con ustedes me hubiera vuelto loca

-          ¿Enserio? pues yo no te hubiera aguantado más si me seguías espiando (acercándose a su cara)

-          Yo no tenía la culpa de que fueras tan deseable (acercándosele)

-          Eres una fisgona

-          Tienes cara de ángel pero alma de demonio

-          Tú también

-          A lo mejor y por eso nos llevamos tan bien abrazándolo

-          No te vuelvas a ir, no lo soportaría

-          Sabes que no, si me iría seria contigo… y con Kaleb, a propósito ¿a dónde está?

-          En casa (comenzando a recordar a Ana), pero debe estar fuera, trabaja como enfermero

-          ¿En serio? me muero por volver a verlo, lo extrañe mucho (levantándose) ¿y a donde viven?

-          En un edificio

-          ¿Podemos ir?, me gustaría ver su cuarto y darle una sorpresa

-          Claro, ¿pero no quieres ir a dar una vuelta o algo así?

-          Por supuesto que no, hace mucho tiempo que no veo a Kaleb y no aguanto ni un segundo más sin verlo

-          Pero debe estar en el hospital

-          Entonces vallamos allá

-          Pero está muy lejos ¿y qué tal si ya llego?

-          Entonces vamos a tu casa, hay Salem parece que estuvieras evitando en que lo viera (tomándole la mano) espera creo que siento su rastro, ¿es ahí verdad? (señalando su casa)

-          Siempre aciertas ¿verdad?

-          Supongo, regularmente me es más fácil llegar a un lugar pero no el regresar, vamos

-          ¿Te ayudo con tu mochila?

-          No, pesa mucho para ti

-          Enserio lo dudo mucho (jalándosela y bajándolo por el peso) ¿qué cargas piedras?

-          Algunas veces, durante un tiempo me especialice en cargar mucho peso, por eso ya no me pesa nada, pero supuse en que a ti sí, ¿nos vamos?

-          Si, ¿no quieres comprarle algún detalle?

-          Tienes razón, pero ya le había comprado algo (caminando rápidamente al edificio)

-          ¿Porque corres?

-          No estoy corriendo si corriera no me hubieras alcanzado

-          ¿Enserio eres tan rápida?

-          Claro, muchas de mis habilidades para la pelea, o mejor dicho todas las herede de mi padre y las de mi madre fueron cosas que no te podría explicar

-          Vaya eso suena muy bien, ¿qué tal si nos hospedamos en un hotel y mañana volvemos?

-          ¿Y eso para qué?

-          No lo sé, se me acaba de ocurrir

-          ¿Me estas ocultando algo?

-          Claro que no (entrando)

-          Hola buenas noches, ¿vienes a donar sangre?

-          No

-          Hola Salem, ¿viene contigo?

-          Sí, me abres la puerta por favor

-          Si claro, ¿te sientes bien? te veo un poco mareado

-          No te preocupes estoy bien

-          Pasen, ¿puedo preguntar tu nombre?

-          Me llamo Aire, soy novia de Kaleb

-          Pero que… (cubriéndole la boca desesperado)

-          ¿Dijiste algo?

-          No, no dijo nada ¿verdad Mirna? (soltándola suavemente)

-          Creo que no

-          ¿Me puedes llevar a su cuarto?

-          Si claro ven por acá



El camino hacia el cuarto de Kaleb, le abrumaba completamente, él sabía que si ella llegaba a ver a Ana con él, inevitablemente el único destino que les esperaba era la muerte para ambos, deseaba gritarle en que no abriera la puerta, se consolaba en pensar en que él no había llegado y el cuarto estaba solo para, lo cual le daría tiempo para ocultar a Ana y después presentársela, pero lo peor del mundo es lo que vería Aire



La puerta se abrió fácilmente dado en que no tenía seguro, Aire fue la primera en entrar y ver a Kaleb y a Ana acostados, lo único que hizo fue cerrar fuertemente su puño, darse la media vuelta, tomar de la mano a Salem y salir del edificio, él no le dijo nada, porque vio con lo que se había encontrado y solo la siguió pacientemente hasta llegar a un lugar abandonado, quizás y solo los había encontrado a los dos acostados en la cama juntos, pero por como apuntaban las cosas no parecía ser algo que se pudiera interpretar como otra cosa, por lo que se tragó su coraje por un rato mientras caminaba y se quedaba parada en el centro de ese lugar



En ese momento Aire dejo de caminar soltó a Salem y grito lo más fuerte que pudo, rompiendo varias ventanas, se tiro al piso y golpeo fuertemente el pavimento, dejando una gran marca de su golpe, cerro los puños y se dejó caer acostada, Salem la cargo entre sus brazos y la llevo a una casa abandonada sin decirle nada, se quitó el saco de su taje y lo puso en el piso y acostándola ahí, fue hasta que ella pronuncio una palabra



-          Supongo en que intentaste decírmelo

-          Si pero no podía

-          ¿Desde cuándo esta con ella?

-          No tiene mucho tiempo, máximo 2 semanas

-          ¿Dónde la conoció?

-          En el hospital estaba en coma

-          Vaya, parece que se apiado de su paciente, (volteando a verlo)

-          ¿Ha salido con alguien más?

-          No solo contigo y Ana

-          Vaya por lo menos ahora sé que no ha dormido frío

-          No es lo que tú crees el solo ha amado y se ha entregado a una mujer y esa solo eres tu

-          Seguramente ella tenía frío y el la tapo en su cama, soy una tonta al creer que me iba a estar esperando

-          Te estuvo esperando por tanto tiempo y aun así te sigue queriendo y tenía la esperanza de que volvieras

-          No quiero volver a verlo, ¿te escaparías conmigo?

-          No, debes de verlo y dejarlo que te explique

-          Lo supuse pero que hay que explicar, no te diré en que yo no estado con nadie más pero nunca deje de amarlo

-          Y supongo en que tu cuerpo fue del mundo pero tu alma siempre estuvo con él (hincándose hacia ella) ya cálmate, ¿por qué no estás llorando?

-          Ese es otro secreto, yo no puedo llorar, nací con esa maldición

-          ¿En serio? debe de ser muy bueno, así nadie sabe que estas triste

-          Ni tampoco que estoy muy feliz (levantándose) no es tan lindo, en fin solo hay un modo de vengarme de lo que él me hizo

-          ¿Vengarte?, no estarás pensando en asesinar a alguien ¿verdad?

-          No, eso será después, debo de hacer el amor con su mejor amigo a sus espaldas, hasta que lo vuelva a ver para que cuando me enoje con él pueda restregárselo en su cara

-          Eso suena un poco cruel, ¿pero en donde vas a conseguir un amigo de Kaleb?, ninguno aceptaría tu proposición

-          Excepto tú, además realmente me gustas y siempre quise verte en acción

-          Pero me estarías utilizando

-          Bueno si tú no quieres no te voy a rogar

-          Bueno está bien pero, no quiero que nadie se entere

-          De que si no hemos hecho nada, solo le responderé con la misma moneda

-          Está bien, ¿pero quieres hacerlo aquí?

-          Por mi está bien, pero me da miedo de que algún humano nos descubra y tenga que matarlo por haberme visto desnuda

-          Supongo, ¿te parece si corremos conozco un lugar?



Corrieron durante un rato, llegaron a una casa abandonada, pero percibió el aroma de Ana ya que estaban cerca de donde ella había vivido, lo cual la hizo molestarse un poco, había olido ese mismo aroma contra el cuerpo de Kaleb y estaba molesta por lo mismo



-          ¿Te acostaste con la tal Ana aquí?

-          Se podría decir que si pero no, la traje aquí un día que estaba muy ebria y la deje durmiendo en el auto, me encanta esta casa porque sus cuartos son subterráneos

-          ¿Estás seguro de que nadie viene por aquí?

-          Muy seguro

-          Entonces hagámoslo (empujándolo contra la cama)

-          ¿Estás segura de esto?

-          Claro que sí, nunca he sido insegura además de que si digo algo lo cumplo, ¿tu realmente deseas traicionar a Kaleb?, después de todo eres su amigo y te vas a acostar con su novia

-          Sabes en que él y yo no somos tan unidos

-          ¿Entonces puedo proseguir?

-          Por favor sería un honor el haber estado contigo

-          ¿Porque lo dices?

-          Porque te convertiste en una leyenda sin  haber muerto

-          Ten por seguro en que eso no pasara pronto



Aire se acostó junto a él, se volteo a verlo de frente y lo beso en la boca, Salem se sentía muy raro, ya que el beso que le daba ahora no parecía ser como el de hacia un rato, fue cuando sintió las manos de Aire sobre su pecho y dejo de pensar en cosas raras; ella le quito la ropa y luego él a ella, pasaron toda la noche haciéndolo hasta que lo dejo completamente agotado y él se quedó dormido, Aire se levantó y se vistió, abrió su mochila sacando una cámara y le tomo una foto instantánea, la jalo de la cámara y con un plumón anoto el nombre, la fecha, la hora y lo metió a un pequeño álbum en donde tenía más fotos cerrándolo con una llave y colgándosela en el cuello le puso su saco encima y en cuanto se disponía a huir volteo a verlo, quizás y era raro, pero quería huir, aunque si se lo proponía como meta, a lo mejor y a final de cuentas se quedaba con los dos, y asesinaba a la chica con la que había encontrado a su novio, así es que decidió quedarse con él, saco una cobija de su mochila y se tapó con él, para que a final de cuentas pasara el resto de la mañana dormida entre sus brazos.



A la mañana siguiente Salem la encontró dormida y vestida, se acomodó para poder besarla una vez más, cuando la despertó y ella lo beso primero, se volvió a quitar la ropa y lo hizo suyo una vez más, Salem se sentía muy confundido aunque no arrepentido, se durmió una hora más y se vistió, salieron de la cama y prometieron nunca hablar de lo pasado… Salem reviso la hora, eran las 10 de la mañana y el día pintaba en que haría mucho calor, así es que no pudieron salir, como a las 6 de la tarde comenzó a nublarse por lo cual decidieron salir con extrema prudencia, tomaron sus cosas y se fueron, fue cuando llegaron a la calle en donde estaba su casa cuando Aire se detuvo



-          ¿Crees que sea una buena idea regresar con él?

-          Espero que sí, sinceramente me siento un poco incomodado con lo que paso ayer

-          No te preocupes yo ya lo olvide, ¿siempre eres tan malo en la cama?

-          ¿Lo dices enserio?

-          No realmente, fue grandioso (besándolo) ya no te preocupes, haz de cuenta que nada paso y ya, me gustó mucho estar contigo, pero debo volver a la realidad, me pareció bien, pero me gusta más Kaleb, tienes razón, tu platica me inspiro a volver con él, se lo voy a decir



Mientras tanto



-          ¿Enserio tienes que volver al hospital?

-          Sabes que sí, me sorprende que me quedara dormido tanto tiempo, realmente estaba muy cansado, pero sobre lo de ayer

-          Me gustaría intentarlo

-          A mí también (acercándosele, cuando tocan la puerta)

-          (Abriendo la puerta apresurada y un tanto nerviosa) Hola Kaleb ¿cómo estas?

-          (Sonriéndole) Hola Mirna ¿qué paso?

-          No se te hace tarde para irte al hospital, ¿me puedo llevar a Ana? (mirándola descuidadamente y jalándola de la mano con cierta firmeza y demasiada sutileza) supongo que está aquí, por su salud, digo… necesito que me ayude

-          Claro, Mirna te habla

-          Gracias aquí la espero

-          Hola Mirna buenos noches

-          Hola, corre, digo vámonos

-          Claro

-          (Empujándola) Vámonos, ve a tu cuarto a vestirte

-          Gracias, nos vemos luego Kaleb adiós

-          Adiós, ¿porque tanta urgencia Mirna?

-          Apúrate, cámbiate, recuerda en que hoy tenías que irte temprano

-          Tienes suerte de que ya este vestido

-          Si, parece ser que demasiada (riéndose nerviosa) vámonos corre (mientras suena su teléfono y revisándolo) sabes que Melani me está buscando, lo siento

-          Si ya voy (viéndola correr mientras cierra su puerta)



Mientras Aire se acercaba hacia la casa, Kaleb caminaba hacia las escaleras lentamente, fue como ella y Salem llegaron primero; mientras Kaleb acababa de subir las escaleras, subió cada escalón mientas Aire se acercaba paso a paso con aun lentitud muy humana pero con seguridad en cada una de sus pisadas hacia el cuarto a donde quedaban las escaleras, abrió la puerta y llego hasta su vista de él, ella grito su nombre, pero como se iba acomodando el cubre bocas, ella al parecer lo impresiono demasiado ya que se resbalo y callo por las escaleras



-          Hay no, se cayó, ¡Kaleb!

-          Que pasa Aire ¿porque gritas?

-          Se cayó por las escaleras

-          ¿Y a donde esta?

-          Supongo que abajo (Con tono sarcástico mientras movía los ojos y se apresuraba para llegar corriendo hacia él, para encontrarlo tirado en el piso con una pierna rota pero riéndose como tonto) ¿Estas dañado o algo?

-          Creo que no, hace mucho que no te veía (intentando levantarse para darse cuenta de su pierna rota

-          (Riéndose de él) Sí que eres raro  (bajando e hincándose a su lado con su enorme mochila)

-          ¿Guardas cadáveres ahí?

-          Algunas veces  (depositándola en el suelo aunque termino por azotar un poco por el peso) ¿A dónde está tu cuarto?

-          Es el del fondo

-          Muy bien, creo que además de raro te lastimaste (cargándolo)

-          Oye no soy mujer

-          Entonces camina solo

-          No puedo

-          Entonces te voy a cargar y me vale lo que opines… Salem lleva mis cosas al cuarto de Kaleb

-          Si enseguida, ¿gusta algo más la señorita?

-          Algo de comida, como te habrás dado cuenta no como solo amor

-          (Sonrojándose ) En seguida

-          Gracias, ¿a dónde ibas disfrazado así?

-          Al hospital, es un traje de enfermero, no un disfraz

-          (Abriendo la puerta) Te ves lindo vestido así, como para una noche de pasión con disfraces (cerrando la puerta detrás de ella)

-          (Sonrojándose) ¿Qué cosas dices?

-          Solo, la mayoría de las cosas en las que pienso, oye que bonito cuarto, la decoración es tan linda, lástima que no había para cuarto de caballero

-          Eres una grosera

-          Lo sé, pero así me quieres, ¿porque aún me quieres verdad?

-          Sabes que si

-          Mas te vale y también que no me hayas engañado (depositándolo en su cama y quitándole el cubre bocas), ¿por qué no me engañaste verdad?

-          Claro que no mi amor

-          Me parece bien (besándolo)

-          Espero que no interrumpa nada (cerrando la puerta detrás de él) aquí está la sangre (sentándose en la cama), y como ves ¿vivirá?

-          No, de todos modos ya está muerto, solo podré arreglarlo un poco

-          Me parece perfecto, me puedo quedar o veré algo indebido

-          Seguramente, pero no me gusta ser exhibicionista, aunque ya que se trata de ti, puedes quedarte (mientras Ana tocaba la puerta)

-          Kaleb, ¿estás bien? escuche un grito



Aire solo arqueo su ceja, sabía perfectamente de quien se trataba, pero simulaba que no la había notado, su tono de voz sonaba en extremo dulce y sarcástico al mismo tiempo, se le notaba que por algo les gustaba a los dos, era una chica muy segura de sí misma y alardeaba de lo mismo con su modo de hablar, de  caminar de todo, era de las pocas personas que les valía lo que pensaran de sus pensamientos y comentarios por lo mismo y con una personalidad tan fuerte y perfecta, era una mujer mucho muy hermosa que no se notaba como una joven quinceañera como la mayoría de las que rondaban entre los vampiros ella si tenía cuerpo de una mujer, Salem noto el gesto en aire de inmediato y como no quería ver una masacre por aparte de Aire hacia Ana se aseguró de que Kaleb escuchara en lo más mínimo la voz de ella y se levantó rápido en un suspiro hasta la puerta, llegó tan rápido que no pudo evitar el chocar un poco y encontrársela en toalla rondando en los pasillos, quizás y acababa de bañarse



-          Hola Ana, que paso, ¿por qué no estás vestida?

-          Es que escuche un ruido, ¿Kaleb está bien?

-          Si, vamos a tu cuarto (empujándola a su cuarto mientras le detenía la toalla por la espalda)

-          ¿Qué pasa?, oye no quiero que me veas desnuda

-          Olvide que no estabas vestida, bueno vístete y luego me hablas (quitándole la toalla y volteándose de espaldas hacia la puerta mientras se la cerraba)

-          ¡Oye! , ¡que te sucede!

-          Solo vístete y no preguntes

-          (Empezando a vestirse) Hoy actúas un poco extraño

-          Así soy regularmente solo que no te habías dado cuenta, además ¿qué demonios te voy a ver? (abriendo) que no haya visto antes

-          (Gritando y tapándose con un cojín), Cállate y voltéate

-          (Volteándose) ¿Ya se te olvido el día que te pusiste ebria?

-          Cállate, además esa vez no vale

-          A si, como el día en que casi engañas a tu gran amor

-          No lo engañaría y menos contigo

-          Hay si bien que te gusto (volteándose)

-          Oye no me veas

-          No estás desnuda

-          Quizás no, pero no me mires

-          ¿Te molesta demasiado?

-          Si (sonrojándose)

-          ¿Te puedo hacer una pregunta?

-          Depende de que se trate

-          En fin, ¿has hecho el amor con Kaleb?

-          (Sonrojándose) eso que te importa

-          Supongo que no, o no te pudo satisfacer

-          No, no he hecho nada con el

-          Bueno eso lo salva

-          Salvarlo de que, ¿de ser padre?

-          Ni te puedes embarazar

-          ¿Entonces no voy a ser madre?

-          No sé qué me sorprende más si tu expresión o lo que acabas de decir, ¿enserio desearías tener un hijo?

-          O hija, me encantaría tener un pequeño bebe en mis brazos y cuidarlo

-          Qué asco me da tu vida, perdón, ya me oigo como Santiago y odio eso, en fin vístete, nos quedaremos aquí como unos cien años pero me urge verte vestida

-          ¿Pero de que hablas?, además ¿qué haríamos en tanto tiempo? (subiéndose el cierre del pantalón aunque se le atoro un poco y se puso a brincar para que le ajustara bien) lo último que me faltaba, ¿podrías subirlo por favor?

-          Lo que tú quieras mi reina

-          (Girándose y acomodándoselo ella) ¿Estas demente?, debo ver qué pasa con Kaleb

-          No tiene nada (cubriendo la puerta) solo se rompió una pierna

-          ¿Enserio y como esta? (acercándose a la puerta, mientras él, le impedía el paso) ¿podrías dejarme pasar para ir a verlo?

-          ¿En serio no hay otro tema de conversación en esta casa?, siempre todo se trata de el

-          ¿Hablas enserio?

-          No, soy un idiota, pero bueno, no puedes salir

-          ¿Y eso por qué?, cumplí tu deseo de estar vestida

-          ¿Y si te cambias?, creo que se te vería mejor una falda

-          Salem, no estoy jugando y conociéndote me parece raro que tu si

-          No estoy jugando, te estoy protegiendo

-          ¿Y se puede saber de qué? (cruzándose de brazos)

-          Te ves tan tierna enojada, te protejo del mundo, me volví esquizofrénico hace como cinco minutos y ahora siento que debo protegerte de todo, hasta de ti misma

-          ¿Hablas enserio?

-          No, ¿qué quieres que haga? no se me ocurre nada mejor

-          No hueles a alcohol, supuse que estabas ebrio pero no es así, creo que si es algo mental, ¿me darías un beso? ( dando un paso hacia atrás)

-          Está bien (acercándose mientras ella se le pasaba por atrás y abría la puerta)

-          Me engañaste (apareciendo frente a ella )

-          ¿Cómo hiciste eso?

-          Algún día te lo enseñare, ¿qué perdiste tu inocencia con Santiago?

-          No digas tonterías solo vimos una película y nos emborrachamos

-          ¿Quiénes?

-          Los tres

-          Ahora está muy de moda el hacerlo en grupo ¿o algo así?

-          No digas tonterías, déjame ir (chocando con su pecho)

-          Esto te ha de excitar

-          Deja de hablar como tonto y déjame ver a Kaleb

-          ¿Quién molesta tanto con él?

-          Aire, mira ella es Ana

-          Que chido no, oye niña ¿te puedes callar? estoy trabajando

-          ¿Eres sexo servidora?

-          ¿Cómo me llamaste?

-          (Atravesándose entre las dos) Cálmense chicas, de todos modos las dos tienen un interés en común

-          ¿Te había dicho alguna vez que cuando te pones nervioso te pones a decir puras tonterías?

-          Una que otra vez, (tragando saliva) pero esta conversación, no tiene relevancia señoritas, necesito que hagan las paces, se den la mano y se vuelvan amigas

-          No quiere que también le anote sus citas señor (apartándolo y jalando a Ana hasta tirarla a sus pies de Kaleb, dejándole una marca en la muñeca ), ¿ella quien es corazón? (apretándole la pierna rota)

-          Una amiga

-          ¿Seguro?, y todas tus amigas entran a tu cuarto (presionándolo más fuerte); creíste que no me daría cuenta ¿cierto? (soltándolo y sacando algo de su mochila) pero supongo en que es hora de arreglar las cosas (quitándole la funda a un machete gigantesco) por favor niña estira tu cuello

-          No lo hagas Aire

-          ¿Y qué me lo impide? es más ¿qué me queda?, el me acabo, ahora yo acabare con ella

-          ¿Por qué deseas matarme? (volteando a verla y levantándose) ¿qué te he hecho yo?

-          ¿A qué te refieres? crees que no es suficiente el haberte visto con el

-          ¿Porque lo dices?, él y yo estamos saliendo y no le hacemos daño a nadie, pero ahora tu deseas provocarme uno

-          ¿Qué ninguno de los dos te hablo de mí? (arrojando el machete al piso) ¿quieres decir ahora en que no sabes quién soy?

-          No

-          ¿Cuántos años tienes?

-          Más o menos como unos 17 o 19 ¿por qué la pregunta?

-          Tengo 525 años y no había oído de nadie que no supiera o haya escuchado mi nombre

-          Entonces debes salir más seguido

-          Deja de provocarme, me llamo Aire y se podría decir que era la novia de él, pero ahora no lo sé, ¿ tú y yo que somos Kaleb? (el cuarto se quedó callado un segundo hasta que el pronuncio una palabra)

-          …¿Qué deseabas que hiciera? (intentando levantarse para caer otra vez pesadamente en la cama) ¿crees que no tengo sentimientos?

-          Sí, pero supongo que tú crees que yo no los tenga, te he amado desde el día en que nos conocimos y aun así te atreves a engañarme, ¿cómo pudiste? (acercándose a él y sentándose a su lado para ver su cara de frente) sé que fue cobarde el huir así, pero tu hablabas de bodas y cosas así, sabes cómo soy y aun así deseabas que me quedara a tu lado, veo que me equivoque y llegue en el momento equivocado (acercándose a su cuello y susurrándole en el oído) solo te curare y me iré de aquí

-          Deseo que te quedes ( acercándola y mordiéndola del cuello)

-          (Dejando escapar un suave gemido) Eres un tonto

-          Te amo (dejando caer su peso suavemente sobre el )



Cuando pareció que había bebido suficiente la soltó lamiendo su cuello, al cual se cerró rápidamente su herida  ella se incorporó y se cayó al piso completamente debilitada, a lo cual Kaleb detuvo su caída recuperado totalmente , la tomo entre sus brazos y la abrazo, al agacharse por ella su mirada se cruzó con la de Ana la cual lo miro completamente asombrada, por lo cual él le obsequio una sonrisa, al levantarse con ella en sus brazos la acerco a él y la beso, para después depositarla en su cama, se sentó a un lado de ella y le acaricio su cabello, miro a Salem el cual tomo de la mano a Ana y la llevo hacia la puerta, aunque ella se resistiera, al cerrar la puerta Ana volteo a ver a Salem enojada y corrió por el pasillo para poder salirse hacia la calle; ella corrió hasta llegar a la misma fuente en donde había conocido a Salem, se quitó los zapatos y se sentó dentro de la fuente cuando fue interrumpida por un extraño